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viernes, 10 de mayo de 2024

Micro reseña 124: Ronda de verdugos (Punto Rojo nº525), de Peter Debry

 

Portada de Enrique Martín, 1972.

3 de mayo de 2024

Ronda de verdugos, publicada en mayo de 1972 en la colección Punto Rojo de Bruguera, pertenece a la prolífica etapa "francófila" de Pedro Víctor Debrigode Dugi, alias Peter Debry. No es de extrañar su predilección por el ambiente, el tono y las formas del noir (o más bien, le polar), pues era hijo de padre francés y madre corsa. Si en la década de 1950, Debrigode desarrolló sus dotes como replicador del hardboiled norteamericano nacido en la revista Black Mask, desde finales de los 60 y durante los 70 escribió un buen número de novelas más "europeas", como la inclasificable La banda de los horripilantes (1968) o esta Ronda de verdugos.

Puestos a especular sin investigar demasiado, podríamos decir que Debrigode se empapó a base de bien con autores como el gran Georges Simenon y el tándem formado por Boileau y Narcejac. Tanto en nuestra novela como en la de Los horripilantes tenemos a  comisarios maigretianos que son la encarnación en papel de Lino Ventura (Lefort y Lambert, nombres semejantes para personajes intercambiables, si es que no son uno y el mismo), y si en Los horripilantes el autor se arroja de cabeza a la piscina del esperpento sucio y casi terrorífico, en Ronda de verdugos realiza una ejemplar hibridación entre la novela criminal (es decir, sobre el crimen y los criminales) y la novela problema o detectivesca (en la que hay un asesinato que resolver y un asesino al que identificar).

El argumento de esta obrita es sencillo: dos ex miembros de la resistencia francesa esperan el regreso de un tercero de su camada de maquis ya un tanto avejentados, para vengarse de Gaston Baylac, un hombre de negocios odioso y odiado por su implacabilidad que, en su momento, delató a los maquis ante la inspección alemana de la ocupación. De aquello ya han pasado unos quince años, pero los traicionados ex resistentes están avisando a Baylac de que su hora final se acerca. Así, Baylac contrata los servicios de un guardaespaldas de agencia, Sylvestre, un ex miembro de la brigada policial a prueba de balas, cínico y meticuloso. Lo que esperamos de esto: tiros a mansalva, sangre, gritos, insultos. Lo que obtenemos: diálogos perfectos y profundos sobre la naturaleza humana, las huellas de la guerra, el cansancio, las cosas que merecen la pena...

¿Cómo se las arregla Debrigode para que una novela de acción y misterio se convierta en una reflexión existencialista sobre el paso del tiempo? ¿Quién más, aparte de Debrigode, es capaz de sugerir en unas pocas páginas que se va a producir un abuso sexual... y que aquello, en realidad, termine en enamoramiento?

En esta ocasión, Debry elimina casi cualquier rasgo de humor y se acerca más al costumbrismo de la serie de Maigret que a algunos de los dislates perpetrados por Boileau y Narcejac. Pero, claro, esto tiene una explicación: Debrigode es único, y de sus influencias simpre extrae lo suficiente como para fabricar algo completamente nuevo y distinto. No hay más que ver la cantidad de registros distintos que llega a utilizar, y eso sólo en su vertiente policíaca... Para hacerse idea, quizá sería conveniente que echara el lector un vistazo a las reseñas de las siguientes novelas. (Y si las puede encontrar, que las lea y juzgue por sí mismo):

Desertor y falsario (1974); Algo demasiado horrendo (1970); Un tigre, tres ingenuas (1970); Un callejón llamado odio (1973); La muerte en bikini (1957)...

¿No da la sensación de que estamos hablando de tres, cuatro, cinco autores distintos? ¿Sí? Pues todos ellos son Debrigode. Y nos quedamos cortos, pues falta el Debrigode aventurero que arranca sonrisas, emociones y satisfacción.

Un maestro de la literatura popular, se mire como se mire.

 

martes, 7 de noviembre de 2023

Micro Reseña 119: La noche de la Momia (Selección Terror nº29), de Curtis Garland


Como ya hicimos con Drácula 75, recuperamos aquí otra micro reseña de octubre de 2019, perdida (desaparecida casi por completo) en el tráfago de proyectos, bitácoras y batallas contra la Red de Redes, así que no repetiremos la cantinela de cómos, dóndes y porqués. Como sucedía con aquella novelita, La noche de la Momia también apareció en nuestro volumen Hammer Horror de Curtis Garland. Y también, como de costumbre, aprovechamos esta recuperación para añadir unas reflexiones actuales. Pasen, están ustedes en su casa.

 ***

"Los gritos se perdieron en el Nilo inmenso, sin ser siquiera escuchados.
Poco más tarde, el hermoso y esbelto navío velero, era solamente un buque fantasma, ocupado por muertos. Muertos que no se movían, ensangrentados en sus camarotes o en cubierta.
Solamente una figura alta, fantástica, envuelta en deshilachados vendajes, sin otros ojos bajo las rendijas de sus vendas que la oscura sombra de un rostro embreado y sin pupilas, se movía por cubierta como un ser de más allá de este mundo".

 
De esta magnífica novela, Alberto Sánchez Chaves, arqueólogo del papel popular, dijo en su artículo "El eterno despertar de la momia" (de obligatoria lectura) que se trataba de "una gran historia de Curtis Garland, el mejor homenaje posible que podía dar la literatura popular a la Momia". Y no podemos menos que estar de acuerdo con Sánchez Chaves, pues con La noche de la Momia (publicada en Selección Terror nº29, septiembre de 1973), Curtis Garland hizo lo más parecido a crear una "obra canónica", a partir de un personaje que, como el Yeti o el Hombre Lobo, carecen de un original literario, aunque sí tiene muchos antecedentes (u "obras candidatas al Canon) en autores del siglo XIX como Edgar Allan Poe o Théophile Gautier. Parece que la búsqueda del "Canon de la Momia", o al menos del arquetipo terrorífico, podremos encontrarlo sobre todo en las diversas producciones cinematográficas de la Universal entre las décadas de 1930 y 1940, y más tarde, en las célebres películas de la Hammer, realizadas en los años de 1960 (una vez más, con Christopher Lee de por medio). Tanto unas fuentes como otras son válidas, pero nosotros nos vamos a quedar con la aportación victoriana de Juan Gallardo Muñoz, que por derecho propio merece figurar entre los clásicos del género.
 
Primera entrega del folletín Historia de una momia, de Theóphile Gautier. Extraído de la Gaceta Universal (Madrid), 8 de agosto de 1879.
 
***

5 de noviembre de 2023

Mis avatares con La noche de la Momia no son demasiado interesantes, salvo por el hecho de que mis primeros intentos de lectura de la novelita, allá por 2013, fueron fallidos y desafortunados y, tan sólo algunos años más tarde, hacia 2018, la devoré de un tirón y la celebré en la intimidad, tal y como merecía: iba a convertirse en una de las novelas reeditadas en Hammer Horror, junto con otras obras de Curtis Garland consagradas al Hombre Lobo, el Yeti, el doctor Jekyll (y Mr. Hyde), Frankenstein y Drácula.

Es muy posible que aquellas originales lecturas frustradas se debieran a la introducción del texto, ambientada en el Egipto faraónico, donde Juan Gallardo Muñoz describía una ceremonia de enterramiento en vida y castigo, y la subsecuente maldición. No soy aficionado a la novela histórica; mis conocimientos sobre el antiguo Egipto no alcanzan para jugar al Trivial Pursuit, y eso se debe a que mi interés por la Historia en general, y la Antigüedad en particular, ha sido siempre puntual y enfocado a hechos, momentos, fechas y situaciones muy concretas. Dispongo de un mapa mental que me permite buscar tal o cual dato, tal o cual fecha, tal o cual acontecimiento; pero cuando tengo que enfrentarme a referencias sobre las Guerras Púnicas, los emperadores romanos, las cabezas de los toros asirios o, como es este caso, los faraones y sus pirámides y sus momias, mi cerebro se va de paseo al País de las Maravillas de Erich Von Däniken y, en el mejor de los casos, me dice: "Ya buscarás la referencia en otro momento, posiblemente dentro de un par de años". Me pierdo cuando mi buen amigo y colega, el escritor José Miguel Pallarés, me relata detalles insólitos sobre la vida cotidiana y espiritual de los romanos y sus dioses lares en el año catapún, la vestimenta y armas de los soldados de a pie o el sistema de desagüe de los retretes de Pompeya, pero retengo la idea general del relato sobre Licaón, santo patrón de los licántropos.

Todas estas fallas mías abarcan la totalidad de la Edad Media (si me hablan de las Cruzadas, de templarios y de cátaros, simplemente me encojo de hombros) y creo que sólo me entero un poco de la película a partir de Alfonso X el Sabio. Y eso, porque ha pasado a la historia como autor (más bien, compilador) de obras literarias.

En fin: que envidio a los muchos amigos que tengo que saben Historia a lo bestia (saben tanto que imparten clases, visitan yacimientos arqueológicos, asisten a conferencias especializadas, viajan mucho y ven mucho), pero también es cierto que no los envidio tanto como para ponerme a estudiar. Ya tengo bastante con los siglos XVIII al XX, que me resultan más comprensibles y atractivos, por no mencionar el work in progress que nos ha tocado en suerte y que recibe el nombre de siglo XXI: menudo montón de películas de Oliver Stone (bueno, de los biznietos y tataranietos de Oliver Stone) que van a salir de aquí, y vaya cara de pasmo se le va a quedar a nuestros descendientes cuando descubran la clase de cretinos engreídos que somos. Eso, suponiendo que dentro de cien años queden seres humanos que sepan leer o entiendan el lenguaje cinematográfico.

Fin, y disculpas por el excurso. Volvamos con Curtis Garland.

Mi impresión definitiva sobre La noche de la Momia es que se acerca mucho a la categoría de obra maestra, la roza; y esto es por los motivos que expuse en 2019: porque esta narración se puede considerar tan canónica como La novela de una momia de Gautier o la película The Mummy (1932), dirigida por Karl Freund, con Boris Karloff en el papel de Imhotep.

Imagen extraída de El Heraldo de Madrid, 1 de marzo de 1933.

Quiero centrar mi atención un momento en el filme de la Universal, porque en mi opinión, fue el punto de partida de Curtis, del mismo modo en que es el punto de partidas de muchas películas posteriores, incluidas las de la Hammer Films.

Creo que fue mi amigo Arturo Botella el que me comentó, en una ocasión, que el Drácula de Francis Ford Coppola estaba basado, en realidad, en La Momia de Karloff. Y esa opinión tiene su punto, pues Coppola convirtió la novela de terror de Stoker en "historia de amor reencarnado", y de eso trata precisamente el filme de la Universal. No está de más recordar que Bram Stoker también publicó, en 1903, la novela The Jewel of the Seven Stars (La joya de las siete estrellas), donde también se trata el tema de la momia resucitada, y que quizá sirvió de inspiración a Nina Wilcox Putnam y Richard Schayer para su primer tratamiento de guión de The Mummy de Freund. He aquí una reseña de la película, extraída de El Heraldo de Madrid del día 1 de marzo de 1933:


 

Si no recuerdo mal, la novela de Curtis también contaba con una sacerdotisa, Hatharit (que no sirve a Isis, sino a Apophis), y el sacerdote Imhotep tiene su contrapartida en el faraón Ekhotep IV. Como es lógico, pues esto ya aparecía en Gautier, también hay una excavación arqueológica británica en Egipto, en 1890, y los detalles que en la película se relacionan con el Papiro de Thoth, aquí los saca el autor, como nos informa en sus notas al pie, de El libro de los muertos.

 


Pero La noche de la momia no es una historia de amor, sino de maldición y de venganza desaforada. Así, en el terreno terrorífico, le da cien vueltas al cinta de 1932, y la supera ampliamente con situaciones extraordinarias, como la invasión de momias que asola Londres en 1892. Además, el variopinto grupo de personajes relacionados con la arqueología, el saqueo, el British Museum, resulta mucho más rico que el de cualquier película sobre momias: damas victorianas de armas tomar, coleccionistas millonarios, aventureros de porte viril, los ayudantes egipcios que profetizan la desgracia... A pesar de mis reticencias iniciales, me encontré con un relato trepidante, oscuro, de trama redonda, y escrito por Curtis Garland en un registro que, como demostraría durante aquella década, era un maestro: el de la historia de terror de ambientación victoriana, en la que siempre acechaba la sombra de Jack el Destripador (así sucede en esta misma novela de momias), las calles se hallaban "charoladas por la lluvia", y la niebla se cernía sobre el Támesis de forma amenazadora.

***

Las ficciones de horror fantástico sobre momias, que a fin de cuentas no son más que muertos vivientes envueltos en vendas, emparentados tanto con el vampiro como con el zombi, se diferencian de las que tratan a los otros monstruos citados en que, como condición casi sine qua non, debe existir la maldición. Lo cual nos aporta un enfoque mágico de este arquetipo, relacionado directamente con una civilización muerta y enterrada, junto con una religión olvidada que, como sucede con el paganismo europeo, pervive de algún modo en "la actualidad". No puedo menos que mencionar aquí algunas historias de momias que hemos rescatado, en su mayor parte por mediación del gran Óscar Mariscal, en la revista Ulthar: "Las momias de Burdeos" de Edith Nesbit (nº15), "Una momia azteca" de Charles B. Cory (nº16), "La momia funesta" (nº18), "La cabeza voladora" de A. Hyatt Verrill y "La Momia viene a por USTED" del que esto firma (nº19)... y más que están por venir. Y eso por no citar el volumen Flaxman Low, detective psíquico, que también está relacionado con la diosa Isis y contiene una excelente historia de momias...

 

Debo añadir que La noche de la Momia no fue la primera novela de Juan Gallardo relacionada con el tema, pues en 1960 escribió y publicó El signo de la Momia en el número 43 de la colección SIP de Toray: una historia en que trasladaba nuestro tópico al futuro alternativo donde operaba la Spacial International Police. Sobre esta novela y su relación con otras del Ciclo de Egipto de Juan Gallardo Muñoz, recomiendo la lectura de mi ensayo "Johnny Garland: el futuro que no fue", en dos partes, en Ulthar nº13 y 14.

Pero esto último es ya adentrarse en aguas demasiado profundas y, por ahora, será mejor que dejemos reposar los restos Ekhotep IV en su correspondiente sarcófago, debidamente cerrado y sellado, para evitar que la maldición caiga sobre todos nosotros...

Ulthar nº13. Portada de Sergio Bleda

Ulthar nº14. Portada de Sergio Bleda

 

sábado, 4 de noviembre de 2023

Micro Reseña 118: Drácula 75 (Selección Terror nº90), de Curtis Garland



Recupero aquí la reseña de esta novela de Curtis Garland, que escribí y publiqué el 30 de octubre de 2019, con motivo de la suscripción para publicar el volumen Hammer Horror, nº2 de la colección Horror Victoriano Extra. Como este texto ya no está disponible en línea (por avatares de la Red de Redes), aprovecharé este espacio y mi Cuaderno de Bitácora para recuperarlo, junto con otras reseñas perdidas. Y como imaginarán, Hammer Horror sigue disponible y a la venta. Visiten el enlace.
 
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"Así, amigos míos, no sólo es cierta la fantasía literaria de Stoker, sino que él se ha limitado a recoger leyendas y mitos de los eslavos amedrentados por la superstición que en estas tierras provocó la existencia real de uno de esos siniestros muertos-sin-descanso... La realidad, me temo, es mucho peor aún. Y puede llegar a amenazar, alguna vez, a todo el género humano".

Curtis Garland


Drácula 75 vio la luz en el número 90 de Selección Terror (noviembre de 1974), y es un muy buen ejemplo de por qué hemos decidido bautizar este volumen con el cinematográfico título de Hammer Horror: no hay duda de que Curtis Garland había tenido ocasión de ver en la gran pantalla Dracula AD 1972 (en España, Drácula 73, por la fecha de estreno), una producción de la Hammer Films dirigida por Alan Gibson, y protagonizada por Christopher Lee y Peter Cushing, en la que el Conde Drácula resucitaba en tiempos de hippies, discotecas, drogas y psicodelia estética... pero más allá del título, las comparaciones entre la película y la novela de Juan Gallardo Muñoz terminan ahí.
 

 
Una teoría muy extendida asegura que el vampiro Drácula, creado por Bram Stoker en la novela homónima de 1897, estaba basado en una caudillo valaco medieval llamado Vlad Dracula, conocido como "Vlad el Empalador"... y Curtis aprovechó esta información para reelaborar la leyenda, revisar la obra de Stoker y, por supuesto, traerla hasta el Londres de la década de 1970
 
"entre el denso tráfico de los automóviles, la contaminación, las discotecas ruidosas, los chillones trajes a la moda de Carnaby Street, y los hippies o los progresistas, deambulando por toda la ciudad, entre escaparates repletos de equipos de hi-fi o estéreo, discos de brillantes portadas, magnetófonos y cintas, televisores en color, videocassettes y todo cuanto forma parte de nuestro mundo actual y sus extraños y frívolos caprichos consumistas"...

Por supuesto, Curtis Garland ya había tocado el tema del vampirismo en dos novelas anteriores de ST (Mujeres vampiro, 1973 y Los dientes del murciélago, 1974), e incluso había demostrado que conocía de primera mano la novela de Stoker en sendas novelas de ciencia ficción de la colección La Conquista del Espacio de Bruguera (Vampiro 2000, 1971, y Vampyr, 1973) y también en un weird western (Drácula West, 1972). Pero en Drácula 75 fue donde se aproximó por primera vez (luego vendrían otras ocasiones, algunas de ellas especialmente gloriosas) a la figura del monstruo clásico de Stoker, tal y como lo conocemos hoy.

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Portada de Hammer Horror de Curtis Garland, realizada por Sergio Bleda.
 

1 de noviembre de 2023

Pasaron varios años desde que conocí la existencia de Drácula 75 hasta que, por fin, pude leerla. Según mis notas personales, eso debió suceder en algún momento entre 2016 y 2017, y no lo hice con el ejemplar original de Bruguera, sino en una impresión en papel, en A-4, realizada a partir de un archivo más o menos pirata de la obra. (Aún falta ese ejemplar en mi colección particular). Tengo recuerdos contradictorios respecto a mis impresiones tras la primera lectura de esta historia, y creo que la revisité varias veces hasta que, en 2018, hice una última lectura para corregir el texto y encajarla en el proyecto de Hammer Horror, uno de los volúmenes de Curtis Garland que me ha producido mayores satisfacciones.

Tengo el recuerdo del relato del viaje de un inglés por Transilvania, referencias al gobierno comunista de Rumanía, el descubrimiento de algunas viejas tumbas de los Drácula. Y una mujer. Y luego, un tour de force de regreso a Londres, diversos diarios, cartas, noticias de la prensa, crímenes, sangre... todos los recursos de la novela de Stoker utilizados para relatar que el creador del Conde Drácula se equivocaba... pero tenía toda la razón. Como es habitual en Curtis Garland, la historia, además, es un whodonnit.

Juan Gallardo era capaz de brillar como pocos en tan sólo veinte, veinticinco mil palabras. No me extraña que, después de mi experiencia con Hammer Horror, me pusiera por fin manos a la obra con Vampiros de Curtis Garland. Pero esa es otra historia, otro caso resuelto.

Portada de Vampiros de Curtis Garland, por Sergio Bleda.

miércoles, 15 de abril de 2015

Micro Reseña 106: "¡Satanismo!", de Curtis Garland


¡Satanismo!, de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; Selección Terror nº151, Barcelona: Bruguera, enero de 1976. Portada de Rafael Cortiella).

Prólogo: El periodista Howard Kyle está en algún lugar de la antigua Mesopotamia, en medio del desierto, y se encuentra con una especie de amuleto que le trae recuerdos de algo que pasó (¿un exorcismo, acaso?) Fin del prólogo.
Ahora, Kyle está de vuelta en USA y recoge a una autoestopista jovencita y guapetona que, curiosamente, es la chica a la que busca toda la policía habida y por haber más el FBI, pues la acusan de un brutal asesinato. Pero como Kyle es un excéntrico y un tipo muy intuitivo, la deja subir abordo de su coche aunque sabe que se trata de la fugitiva. "Kyle es así de majo y de inconsciente", piensa un poco reflexivo lector.
Kyle va de camino a un refugio en la montaña, en plan vacacional. Allí lo espera un matrimonio de amigos suyos, y a lo mejor lo de llevar a la chica asesina es un problema... pero no, qué va. Los anfitriones son gente muy maja y, además, la señora (que podría ser más problemática, por cotilla), ha tenido un conveniente accidente (acaso satánico) que la ha dejado medio ciega por un tiempo...
También de forma muy conveniente, la montaña queda incomunicada por diversos fenómenos naturales (¿o serán sobrenaturales?) que impedirán que la policía pase por allí a dar la barrila. Y como por allí sólo vive un tipo con una jovencita (se trata de los típicos misántropos misteriosos que jamás hablan con nadie y que son tan discretos que cualquiera diría que son parientes de Drácula o algo así), pues la diversión para el exorcista dominguero Kyle y su proto-novieta psycho-killer está asegurada.
Y lo mismo vale para el lector, sobre todo si tenemos en cuenta que, en realidad, esta novelita es en realidad una curiosa y un tanto estrambótica -y diríamos que osada- versión de El exorcista de William Peter Blatty (o más bien, de la película de William Friedkin de 1973), en la que Juan Gallardo sustituye a nuestro querido Pazuzu por Marduk (ambos son sumerios y por tanto, intercambiables), introduce hippies satanistas, asesinas psicópatas en apuros, y escenas de posesión con hedores y humores calcados de los que se ven en la película...
Es muy difícil escribir una historia más terrorifíca que El exorcista, y más todavía si uno parte de la idea de que la historia "se tiene que parecer a la película". Así que, yo creo que Juan Gallardo no lo intentó y optó por la diversión pura y dura, de la cual creo que hemos dejado constancia en las líneas anteriores. Si a eso añadimos el ¡SPOILER! del final, que consiste en que

¡SPOILER GORDO!

 el exorcista se casa con la posesa, pues... ya ven ustedes: difícil de superar, ¿verdad?

ÍTEM MÁS: Garland escribió previamente otra novela sobre el mismo tema: Los exorcistas, publicada en Selección Terror nº80 (obrita que en mi mente será siempre "la del pollo demonio en la portada"). Hablaremos de ella próximamente.

(Otra reseña de esta misma novela, en el blog BOLSILIBROS de nuestro amigo y compañero Juan Castillo).



miércoles, 14 de mayo de 2014

Micro Reseña 99: "Invasor del más allá", A. Thorkent

"Invasor del más allá", de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; La Conquista del Espacio nº143, Bruguera, Barcelona, 1973. Portada de Ángel Badía Camps).

He hecho una pequeña trampa y he leído esta novelita en la reedición de Ediciones B, "El Orden Estelar" nº4, Barcelona, 1998. Creo que es una versión idéntica a la original, y muy distinta de la que se editó en Robel, como explico más adelante... Si estoy equivocado, agradeceré cualquier corrección al respecto.

 Traoll va a ser juzgado por sus crímenes en un planeta donde hace mucho, mucho tiempo que los jueces son innecesarios. Se considera que Traoll es un atavismo, una regresión innominable que ha intentado resucitar la animadversión existente en el pasado entre los delgaduchos rills y los cabezudos attolianos, dos razas que nacieron y evolucionaron en un mismo planeta y que durante siglos se enfrentaron en una guerra atroz. Todo aquello había quedado atrás, hasta que el terrible Traoll empezó su campaña para acabar con los rills.
La sentencia, de acuerdo con el juez, tendría que haber sido la muerte. Pero la pena máxima se descartó en Attol en el pasado, de modo que la condena para este desequilibrado que, al mismo tiempo, es una mente privilegiada y el mayor científico que ha existido nunca en el planeta, consistirá en enviar a Traoll muy lejos, en una nave que vagará eternamente sin rumbo... Las opciones para el condenado son pocas: la reflexión o el suicidio. Y la pena, según attolianos y rills, es justa.
Así, Traoll es expulsado para siempre, vaga durante siglos por el espacio en una cárcel volante que lo lleva más allá de su galaxia, a muchos años luz... hasta que una nave desconocida se cruza en su camino y, por supuesto, sucede lo inevitable...

Una novela del Orden Estelar de Thorkent, protagonizada no por los habituales Alice Cooper o Adan Vilagrán, sino por el mayor Loff Lumpel, que se encuentra con una situación bastante insólita: unos bestiales e inexplicables ataques a granjeros del agrícola planeta Ompya.
Ademas, esta es la primera de las historias de la "serie múrida", protagonizada por los bichos que Ángel Badía retrató en la portada. Curiosamente, en sus estudios sobre la obra de Thorkent, Carlos Saiz Cidoncha agrupó esta serie de cuatro novelas, de las cuales la primera y la cuarta ("Guerra en el triángulo solar", de la que hablaremos en breve) también forman parte de la saga del Orden Estelar, pero no la segunda ni la tercera.
En su revisión para la edición de Robel, el autor retocó la tercera de la serie múrida, "Surgieron de las profundidades", para encajarla en la saga principal (de esto también hablaremos pronto). Y la segunda novela, "La amenaza múrida", no la tengo (pero la tendré).
Al margen de estas cuestiones bibliográficas, la recomiendo fervorosamente. Muy disfrutable, muy divertida.
(Si no me equivoco, y tal y como indica esta reseña online, en la reedición de Robel de "Invasor del más allá" -volumen 17-, Thorkent sustituyó a Loff Lumpel por Vilagrán... y me gustaría saber cómo arregló ciertos detalles, como la trama amorosa entre el mayor del Orden Estelar y la chica guapa de turno...)

ÍTEM MÁS: Después de colgar esta reseña, el amigo Rubén Soto nos envía el enlace de la extensa reseña de José Carlos Canalda Cámara, donde explica con pelos y señales la relación entre las dos versiones de esta novela. Pero ¡cuidado!, que el artículo la cuenta enterita; espera a leerla para entrar aquí.

martes, 13 de mayo de 2014

Micro Reseña 98: "Terror en órbita", Curtis Garland

"Terror en órbita", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; La Conquista del Espacio nº86, Bruguera, Barcelona, abril de 1972. Portada de Miguel Badía).

La colaboración soviético-estadounidense da como resultado la primera plataforma espacial estable. Los astronautas que inauguran las investigaciones son, obviamente, un nutrido grupo de científicos pertenecientes a los dos bloques antaño enfrentados y ahora, al menos en el terreno de la carrera espacial, bien avenidos. Pero cuando nuestros astronautas no han hecho más que poner un pie en la plataforma, pierden la comunicación con la Tierra y uno de ellos aparece muerto de una forma en verdad extraña: sus huesos se han licuado.
Todo apunta a que, abordo de la Voskod-Star (Estrella del alba en rusoinglés), hay un saboteador. Pero los valientes científicos, aunque van cayendo uno por uno como patos de feria, no van a permitir que las diferencias políticas del pasado quiebren esta nueva unión, ¿verdad...? Y más todavía si entre chicos y chicas puede haber lío del que termina en boda...

El maestro Garland ejecuta una versión astronáutica de "Diez negritos" de Agatha Christie, entremezclado con el tema de "Alien: el octavo pasajero", pues la novela, como indica el título, quiere ser de terror.
Juan Gallardo ya era optimista en estos tiempos en lo que se refiere a las relaciones entre la Unión Soviética y los Estados Unidos (como sucede en "El único que volvió", título del que hablamos recientemente) y así, esta novela de anticipación escrita en 1972, se ha convertido hoy en una ucronía -parece que transcurre a finales del siglo XX, aproximadamente-.
No es de mis favoritas ni mucho menos, y la portada Miguel Badía ni es gran cosa, ni tiene mucho que ver con el interior del librito. Pero la verdad es que, como hemos dicho en otras ocasiones, Garland siempre se deja leer con agrado y nos lleva de la mano hasta el altar que, casi indefectiblemente, nos espera en la última página.


lunes, 12 de mayo de 2014

Micro Reseña 97: "La plataforma de los dioses", A. Thorkent

"La plataforma de los dioses", de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; La Conquista del Espacio nº597, Bruguera, Barcelona, enero de 1982. Portada de Miguel García, que se volvió a utilizar en el número 732 de la misma colección).

El joven Dagh Darmon ha decidido quebrantar alguna de las leyes impuestas por los Señores de la Vida: se ha acercado peligrosamente a la Franja y, tal y como cuenta el viejo bocazas de Hegarle, allí pasan cosas muy raras: una luz baja del cielo y grupos de Señores aguardan la llegada de un carro volador que cargan para que, de inmediato, vuelva a ascender a la estrellas... Darmon es muy curioso y, al contrario que los miembros de su poblado, piensa que los Señores son tan humanos como cualquiera: una vez, vio en el campo, entre unos arbustos, a un Señor acuclillado, defecando...
Pero esa noche, Darmon tienta a la suerte cuando se introduce en uno de los vehículos de sus amos y señores; es sorprendido por uno de ellos y Darmon le raja la garganta... Y desde ese momento, se convertirá en un fugitivo.
Mientras tanto, en una plataforma espacial, Rock Lambda despierta de un prolongado sueño de animación suspendida que, para su sorpresa, ha durado nada menos que cinco siglos. El antipático computador de abordo, KAL 12, no arroja luz sobre lo que puede haber sucedido, y casi todos los demás durmientes estás muertos, momificados en sus cámaras...

Este es el planteamiento de otra gran novela del maestro Torres Quesada, otra de la saga del Orden Estelar (concretamente, de la serie del Imperio Galáctico) que no fue incluida en la edición de Robel. Historia frankmilleriana en algunos aspectos, sorprendente, y que en realidad no es "La fuga de Logan", tal y como yo empecé a sospechar en un principio, sino una historia mucho más terrible y cruda. Chapeau.

(Como indicábamos, la cubierta de Miguel García, basada en imágenes de la película de Disney "El Abismo Negro", se recicló en un número posterior de La Conquista del Espacio, concretamente en "Horror llovido del cielo", de Curtis Garland, que ya reseñamos debidamente en este espacio).





domingo, 11 de mayo de 2014

Micro Reseña 96: "El único que volvió", Curtis Garland

"El único que volvió", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; La Conquista del Espacio nº395, Bruguera, Barcelona, marzo de 1978. Portada de Luis Almazán).

El astronauta Dean Forrester vuelve a la Tierra de la fallida misión americano-soviética Proyecto Eros seis años después de que se le declarara muerto. Eros es un misterioso cuerpo celeste -casi un planeta- que se coló en el sistema solar, un poquito más allá de donde está Plutón y los esfuerzos por conocer algo más de ese páramo helado han sido baldíos... hasta ahora.
Forrester sólo puede contar sus penurias, la soledad, la tristeza por la muerte de sus compañeros -que se pegaron el gran piñazo contra la superficie del planetoide-... y curiosamente, ha olvidado un período completo de tres meses de su estancia en Eros.
A su regreso a la vida normal, lo está esperando su esposa... y Jennifer Forrester se queda en estado, ¡qué felicidad!, pero resulta que a los tres meses de embarazo va a dar a luz a... bueno, a ¡seis niñas! de ojos color violeta, pelo plateado y miradas malignísimas... Vamos a ver, vamos a ver... ¿Tres meses? ¿Será que la señora Forrester se la pegó al astronautra con su mejor amigo? Eso es lo que piensa todo el mundo... hasta que a la NASA empiezan a llegar señoritas con partos múltiples  y muy, muy prematuros (¿un embarazo de 24 horas?; ¿y por qué no?).
Y todas esas criaturitas (hembras, hembras todas) crecen a velocidad vertiginosa, y... y las cosas empiezan a ponerse muy mal para el planeta Tierra.

Esta es una novela muy divertida y muy satisfactoria del gran Garland. Es, obviamente, una variante sobre el tema de "Los cuclillos de Midwich" de John Wyndham ("El pueblo de los malditos", que todo el mundo habrá visto en su versión original o quizás la de Carpenter), pero también bebe de otras fuentes.
Para empezar, me ha parecido una historia farmeriana (por Philip J. Farmer), y no en el sentido mitográfico creativo, sino porque se adentra en el tema de las relaciones sexuales con seres extraterrestres y sus resultados. Además, me parece una historia muy osada que, sinceramente, no sé muy bien cómo logró pasar la censura, pues los bebés "lanzaban miradas libidinosas" (en serio), y cosas así... Y sí, hay mucho sexo. De hecho, Dean Forrester se pone las botas con medio Cabo Cañaveral...
Pero mejor será no entrar en detalles y dejar que ustedes busquen esta novelita y pasen un par de horas estupendas. (Y no se echen las manos a la cabeza por esta historia de promiscuidad intergalactica , desmembramientos y monstruos, pues como es de esperar, por mucho pecado que se cometa y por mucha burrada que se insinúe, Curtis siempre se saca una buena boda de debajo del sombrero...)

sábado, 10 de mayo de 2014

Micro Reseña 95: "Los pajaritos ciegos", Lou Carrigan

"Los pajaritos ciegos", de Lou Carrigan (Antonio Vera Ramírez; La Huella nº81, Bruguera, Barcelona, mayo de 1976. Portada de Salvador Fabá. Reedición en Servicio Secreto nº1716, Bruguera,. 1983; y en Punto Rojo nº50, Ediciones B, 1994).
Servicio Secreto nº1716, Bruguera, 1983
El psiquíatra Amos Grant decide prestar sus servicios a la policía de Nueva York. Y llega en buen momento, pues hay un par de asesinatos aislados que presentan puntos en común: cuerpos cosidos a puñaladas y, detalle macabro, los ojos pinchados repetidamente con agujas (post-mortem, por suerte). Para llevar a cabo la investigación, Grant contará con la ayuda (o viceversa) del sargento de detectives Kester Hyde, que es un poli de los buenos, de los duros, de esos que molan.
El caso los llevará por lugares sórdidos, como una agencia de actores porno, discotecas con muchas luces (recordemos que estamos en los 70) ambientadas por grupos musicales compuestos no se sabe si por hombres o mujeres (porque ¡llevan el pelo muy largo!), la casa donde viven dos simpáticas ancianas -un poco raritas ellas- y otros lugares divertidísimos... Y por supuesto, los héroes tendrán que vérselas con asesinos a sueldo y con guapas mozas retozonas deseosas de echarse novio. Todo esto, con el trasfondo de una serie de crímenes que, al parecer, tiene su origen en los viejos buenos tiempos de un grupo de amigos, que cuando eran niños hicieron algunas cosas de las que quizá no estuvieran demasiado orgullosos...

Nuestro amigo, el escritor Carlos Díaz Maroto, tiene en altísima estima este thriller psicológico y bastante bestia del maestro Lou Carrigan, y no seré yo quien le lleve la contraria, pues me lo he pasado bien. Yo diría que la historia debe mucho a las muchas secuelas, imitaciones y knock-offs realizados sobre el clásico "Psicósis" de Hitchcock (ni me molesto en mencionar la novela original de Robert Blotch, eclipsada por el filme), y quizá con cierta terrorífica película que no voy a mencionar aquí para no dar más pistas... Todo esto, aderezado con una pareja de polis que, para variar, no son "el poli bueno y el poli malo", ni "los dos polis opuestos", pues en realidad, aunque uno sea un veterano y el otro un psiquiatra, ambos son muy buenos a la hora de repartir estopa.
Que sí, que está muy bien la novelita, y cuenta con detalles tan jodidamente escabrosos que, lo confieso, me revolvió las tripas. Muy recomendable.

(Otra reseña de esta misma novela, en Bolsilibros Bruguera, por Antonio Guerrero).

Punto Rojo nº50, Ediciones B, 1994.

viernes, 9 de mayo de 2014

Micro Reseña 94: "Conflicto en Lhupara", A. Thorkent

"Conflicto en Lhupara" de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; Héroes del Espacio nº122, Ceres, Barcelona, agosto de 1982. Portada de Miguel García, reciclada del nº204 de La Conquista del Espacio, Bruguera, 1974).

James Farmer pierde la memoria cuando su capsula espacial se estrella en mitad de un desierto. Lo primero que se encuentra conforme sale a luz de un sol desconocido es una araña gigante que quiere devorarlo. Farmer huye mientras escucha a sus espaldas los sonidos que emite la veloz y hedionda araña. Intenta buscar refugio en una oquedad entre las montañas, pero tropieza y... justo cuando la araña va a atraparlo, unas extrañas flechas metálicas se clavan en los ojos de la araña. Y la sorpresa es mayúscula cuando Farmer descubre que su salvador (salvadora, en realidad) es una bellísima amazona cuasi desnuda que monta a lomos de un enorme lagarto...

Este es sólo el comienzo de una extraordinaria novela de aventuras y fantasía, que contiene ecos de Philip José Farmer -o eso queremos pensar nosotros- y del "Cosecha roja" de Dashiel Hammett -en serio-. No vamos a estirar la sinopsis ni un milímetro, pues esta historia merece todas y cada una de las sorpresas que el Maestro Torres Quesada siembra a lo largo del camino: malos malísimos, buenos que quizá no sean tan buenos -pero puede que sí, claro-, hombres bestia a lomos de monstruosos caballos, razas de salvajes extraterrestres, luchas a espada, traiciones, enanos verdes, naves espaciales, enigmas envueltos en el lodo del pantano... Todo esto y mucho más en "Conflicto en Lhupara", una novela que pertenece a la saga del Orden Estelar de A. Thorkent (concretamente, a la serie del Imperio Galáctico) y que Carlos Saiz Cidoncha -en su artículo El Orden Estelar: La historia del futuro de Thorkent, publicado en Nueva Dimensión nº102- situó en el número 2 en el orden de lectura de la citada serie... aunque en la moderna edición de Robel se ha eliminado, lamentablemente, este emocionante relato de puro pulp clásico.
Volveremos en este blog en muchas más ocasiones sobre las obras de Thorkent, el autor de bolsilibros al que servidor de ustedes más leyó en otra época, y al que he regresado con muchas ganas y verdadero deleite.
No diré que se trata de un redescubrimiento, pues jamás me había olvidado de las novelas del gran Torres Quesada... pero en cualquier caso, es un placer volver a surcar el espacio con el autor que elevó la media de los bolsilibros de ciencia ficción de Bruguera.

La Conquista del Espacio nº204, 1974



jueves, 8 de mayo de 2014

Micro Reseña 93: "Querida Katty", Silver Kane


"Querida Katty", de Silver Kane (Francisco González Ledesma; Selección Terror nº9, Bruguera, Barcelona, abril de 1973. Portada de Alberto Pujolar).

Unos policías encuentran el cadáver de una chica en un pantano. Más o menos al mismo tiempo, la joven y atractiva Katty Wolseley entra en posesión de la herencia que le ha legado su tía: un caserón a las afueras de San Francisco. La tía de Katty fue asesinada en circunstancias extrañas, y la casa no es lo que parece: se suponía que la tía de Katty daba clases a jovencitas, pero allí lo que tenía montado era un prostíbulo... Katty empieza a recibir llamadas obscenas y, durante su primera noche, es violada por un individuo monstruoso que va, literalmente, vestido como el Conde Drácula... Por suerte, Katty pierde el conocimiento durante el ultraje, pero cuando despierta se encuentra con que el violador sigue allí.. muerto y sin una gota de sangre en el cuerpo.
El abogado que gestiona la herencia tiene especial interés en que Katty venda la propiedad y se largue de allí (con razón, piensa el lector), y lo mismo sucede con el guaperas del sobrino del abogado, que aparece por la casa para proteger a Katty de violadores chupasangres y de jefes de policía que estaban en el negocio del prostíbulo...
Y por si esto fuera poco, a Katty le queda la duda de si será cierta la historia sobre la hija adoptiva de su tía, a la que encontraron en el Amazonas y que, según cuentan, fue criada por murciélagos vampiro...

Así, en frío, este argumento disparatado puede resultar bastante atractivo (seguro que os están entrando ganas de leerla), pero la verdad es que la novela no se sostiene. Estoy convencido de que el maestro Silver Kane se escribió la novela en dos noches (o quizá sólo una), improvisando todo lo improvisable (cosa que me parece bien), pero sin prestar la más mínima atención a la coherencia interna del texto o a la solidez de los personajes, que no son más que una panda de machos violadores abusadores hijos de puta.
Repito, esto podría tener su intríngulis, pero ni con los vampiros atómicos (en serio) se arregla este temprano desaguisado de la colección Terror de Bruguera. Una pena, porque la historia tiene el impecable estilo de González Ledesma, pero ningún fuste. (Me he acordado de una novela corta de mi buen amigo Juan García Rodenas, un "Elseworlds" sobre Tarzán cuyo punto de partida, el lector avispado ya habrá adivinado...)
Fantástica, eso sí, la portada de Pujolar, que sí ilustra el relato.


lunes, 5 de mayo de 2014

Micro Reseña 92: "El ser", Marcus Sidereo

"El ser", de Marcus Sidereo (María Victoria Rodoreda Sayol; La Conquista del Espacio nº311, julio de 1976. Portada de Miguel García).

Un coñazo no insufrible, porque lo he aguantado (malamente) hasta el final.
Parábola (acertada en parte) de una civilización post-humana, es decir, robótica, dotada de inteligencia y "humanidad" (suponemos que "organicidad", valga el palabro) por El Ser que da título a la novela, una criatura que, por desgracia, no es el simpático marciano malvado verdoso que retrata Miguel García en la prometedora portada, sino un trasunto de Dios -de "Dios" en plan Yavé, no "Dios" en plan Star Trek-. La historia está narrada en un tono cuasi bíblico, vemos pasar las generaciones y los hijos de los hijos, y los robots humanos son exactamente lo mismo que sus predecesores: una panda de ingenuos y también una panda de hijos de puta que terminan drogándose, yendo de putas y haciendo la guerra. Pero ¿al menos hay un gran castigo final para todos, como El Ser prometía? Pues no. Los justos (dos o tres) se salvan.
¿Hay mensaje? Sí. ¿Me gustan los simplistas planteamientos ideológicos de la historia? Sí, claro; a mí también me gusta la paz y el buen rollo, y también soy consciente de que siempre viene un gilipollas (un robot gilipollas, en este caso, y tiránico) a joder el día.
Castaña epopéyica gorda, que no obstante, está bien escrita y, repito, he leído hasta la última línea. Aunque bien me la podría haber ahorrado.
Supongo que, antes o después, volveré a Marcus Sidereo, aunque no sea más que por las amables palabras que le dedica nuestro amigo Llosef en su blog... quizá he tenido mala suerte y he dado con una novela mala de narices, sencillamente.

domingo, 4 de mayo de 2014

Micro Reseña 91: "Escrito en el tiempo", Silver Kane


Escrito en el tiempo, de Silver Kane (Francisco González Ledesma; La Conquista del Espacio nº181, Barcelona: Bruguera, enero de 1974. Portada de Alberto Pujolar).


Milton es de los que se gasta el dinero en los bares. Trabaja como técnico en Secretville (Arizona), una ciudad a la que sólo se puede acceder con un permiso especial, pues es el lugar donde viven las personas relacionadas con las pruebas nucleares subterráneas realizadas por el Gobierno de los Estados Unidos en aquella zona.
Además, Milton es un violador y asesino de mujeres con cierta experiencia, aunque con poca capacidad de continencia. Cuando se las arregla para capturar una nueva víctima a las afueras de la ciudad y arreglar su crimen para que parezca un accidente automovilístico, las cosas empiezan a torcerse. Para empezar, tras su nueva "hazaña", Milton se pega un piñazo con su Harley Davidson y un desconocido vestido de negro corre a socorrerlo. Ese mismo desconocido ofrecerá su propia sangre en el hospital de Secretville donde Milton está moribundo...
Cuando Milton se recupera, las cosas empiezan a parecer distintas: el bar de Joe, adonde suele ir a emborracharse, tiene un aspecto diferente: hay una pantalla de televisión que ocupa toda una pared, así como una máquina que hace cócteles automáticos y a la carta, y...
Pero no. No todo ha cambiado. Algunas cosas siguen siendo las mismas de siempre. Por ejemplo, su querida amiga Elena, ciega, a la que Milton le debe la vida. Y las cosas perras de la vida siguen ahí, como una pareja de agentes del FBI que le están pisando los talones.
Y no obstante... No obstante, Milton se ha percatado de que no sólo al bar de Joe (que de repente, vuelve a ser el de siempre) le están pasando cosas raras... Y si a esto le añadimos la aparición de un viejo conocido de Milton, un tipo de la mafia que quiere liarlo para realizar una ambiciosa operación relacionada con un montón de droga, podemos decir que la vida del bastardo de Milton se está complicando por momentos.
Y eso que todavía no sabe quién era ese tipo tan extraño que lo auxilió en su accidente...

Grande no, ¡grandísima novelita! del gran Silver Kane, del que no conocía su faceta como autor de ci-fi (me consta que escribió tres títulos más para La Conquista del Espacio, así como un buen montón de novelas de "espionaje fantástico" para la colección Enviado Secreto de Bruguera).
Este curioso híbrido entre episodio de Twilight Zone, novela de Jim Thompson e historia de gángsters setentera me ha parecido, sencillamente, el mejor título que he leído dentro de la colección donde se publicó. Que esta historia no sea más conocida y que no esté reeditada me parece no sólo una pena, sino un error gravísimo. Los aficionados a la ciencia ficción, o simplemente a las buenas historias bien escritas, se están perdiendo un auténtico clásico que reinvindico no desde la nostalgia (pues nunca antes lo había leído), sino desde la perplejidad que me produce saber que, en las listas de "las mejores historias fantásticas españolas", no figure este excepcional título.
Me quito el sombrero ante el Maestro González Ledesma.

(Los otros títulos de Silver Kane en LCDE son: "La casa del frío eterno" (nº169); "El cerebro" (179) y "Mil millones de ojos" (182). No los tengo, y ardo en deseos de hacerme con ellos para devorarlos. Lo único que lamento, a priori, es que Silver Kane no escribiera muchos más en este terreno...)

sábado, 3 de mayo de 2014

Micro Reseña 90: "El secreto de los yetis", H.S. Thels


"El secreto de los yetis", de H.S. Thels (Enrique Sánchez Pascual; Espacio: El Mundo Futuro nº170, Toray, Barcelona, 1959. Portada de Jorge).

Una inteligente, temprana, y tirando a melodramática aproximación al asunto del Abominable Hombre de las Nieves, que en 1959, año en que Sánchez Pascual escribió esta novela, estaba bastante de moda y era algo relativamente novedoso en España (y en el resto del mundo, en realidad). La portada de Jorge (algún día descubriré cómo se apellida este ilustrador) me parece maravillosa, muy evocadora, efectiva, y una delicia multicolor y pastelosa (pero con largos colmillos).





Un reportaje sobre el Yeti en la revista Diez Minutos, 1954.
Muy anterior a la versión que Curtis Garland realizó en 1975 (y que ya reseñamos aquí), la de un Sánchez Pascual enfundado en su heterónimo H.S. Thels, también se inspira en la película The Abominable Snowman (1957) de Val Guest (con Peter Cushing), y echándole un poco de imaginación, podríamos decir que funcionaría como secuela del filme.

Una periodista francesa reúne a sus amigos de la universidad (todos ellos afamados científicos) para montar un pequeña expedición en busca del novio de la chica, un reportero fotográfico que ha desaparecido -presumiblemente, ha muerto- en el Himalaya durante su viaje para determinar de una vez por todas la inexistencia del Yeti. Lo único que ha quedado de él ha sido una cámara fotográfica con las consabidas fotografías de huellas gigantescas de pies humanos en la nieve...
Una parte demasiado importante de la novela se desarrolla entre los dimes y diretes de los amigos de la periodista y sus giros y piruetas para abortar el proyecto. Pero la chica, tozuda, se larga solita... o casi, pues uno de los amiguetes franceses se apunta, en plan cuidador: "No podemos permitir que una mujer realice sola ese viaje". Y además, el amiguete en cuestión tiene planes ciertamente libidinosos para el trayecto...
Todo esto podría parecer un tostón de primera, pero no lo es, porque está muy bien contado. Y además, la obra cuenta con personajes muy interesantes, como el guía indio que había acompañado al fotógrafo en su primer viaje -y que se apunta de nuevo a esta presumible catástrofe exploratoria-, o detallitos curiosos acerca de religiones raras del Tibet que, sinceramente, no me he parado a buscar en Wikipedia ni en parte alguna, y que son tan pintorescos como sangrientos -nada que ver con el lamaísmo de "Tintín en el Tibet" o de otras historias yetiescas.
El monstruo se hace de rogar, pero cuando sale, la verdad es que da gusto verlo -o leerlo-. Y el final contiene un twist que habría sido impredecible para mí, de no ser porque conozco la vieja historia de Joseph Jorkens (escrita por Lord Dunsany) acerca de los yetis... y los platillos volantes.

Definitivamente, me gusta, aunque se le vean los cables y muchos puntos estén cogidos con pinzas (y eso sin contar con el final precipitado, etc). Me ha dejado buen sabor de boca. Y eso, junto con la cubierta, me basta.

Me gustaría mucho leer la versión del tema escrita por Héctor Germán Oesterheld con el pseudónimo de L.P. Parker, "Monstruo de las nieves", publicada en la argentina colección Sideral nº14 de Editorial Póker, en septiembre de 1967. (Más información sobre esta colección, en nuestro blog amigo Bolsilibros).
Portada de Larrea para Sideral nº14 (Argentina, 1967), cortesía del blog Bolsilibros
Sánchez Pascual, bajo otro de sus muchos nomes de guerre (concretamente el de Alex Simmons), también tuvo a bien escribir su propia crónica sentimental novelesca dedicada al primo yanqui del Yeti, esto es, el Bigfoot, en otra novela de la que también hablamos aquí en su momento: "El misterioso Bigfeet".
Los antropoides peludos gigantes, definitivamente, molan.

viernes, 2 de mayo de 2014

Micro Reseña 89: "Ahorcado, dame tus ojos", de Curtis Garland


"Ahorcado, dame tus ojos" de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; Thanatos nº13, Ediciones Forum, Barcelona, marzo de 1985. Portada de Prieto - Agencia Norma).
 El gran Juan Gallardo, en esta su etapa post-Bruguera, nos ofrece una de sus producciones gótico hammerianas más explícitas, aunque no basada en ningún film de la productora británica que yo conozca:

Estamos en algún momento del siglo XIX (finales) y el doctor Frank Shelley, salido del londinense Bart's (el hospital donde hizo las prácticas y estudió el buen doctor John H. Watson), va de camino a algún rincón centroeuropeo para tratar los extraños males de un Gran Duque. Ya cerca de su destino, la diligencia se detiene en mitad de la noche justamente al lado de un ahorcado, otro noble, en este caso un criminal al estilo Giles de Rais, al que el pueblo ha juzgado, condenado y ejecutado. Mientras la diligencia sigue de camino, un par de figuras envueltas en macfarlanes salen de la arboleda, descuelgan al ahorcado, lo decapitan y se llevan la cabeza en una caja de sombreros.
El joven doctor Shelley, a su llegada a la mansión/castillo, se encuentra con el Gran Duque, su exhuberante amante (salida directamente de algún cartel de la Hammer, una vez más), y el siniestro, psicopático y odioso hijo ciego del patrón, un niñito que se dedica a sacarle los ojos a cada bicho que cae en sus manos...
Junto con Shelley llega la nueva institutriz austríaca que habrá de enderezar al chaval... pero eso sucede, claro, después de que los misteriosos trasuntos de Burke y Hare (o de Frankenstein y su jorobado) hayan realizado una operación quirúrgica condenada por hombres de ciencia y, sobre todo, por la iglesia...
Y el niño, milagrosamente, vuelve a ver. Y por supuesto, los crímenes comienzan a sucederse (ojos fuera todo el rato y otras lindezas...), y nadie parece estar a salvo, aunque todos sepamos que el doctor Shelley es el bueno de la película y que, al final, tendrá que casarse con alguien por obra y gracia de Curtis Garland...

Más desparramada, gore y splatter que otras novelas del Maestro, "Ahorcado, dame tus ojos", me ha parecido un típico Garland de terror victoriano, con sus referencias obvias a clásicos del terror y a las turgencias femeninas. No es, ni de lejos, la mejor obra de Juan Gallardo, pero la ejecución es impecable, los ambientes son perfectos (siempre hay un majísimo perrito junto al fuego que se percata de que en la sombrerera hay algo raro), y aunque a mí no me ha matado la historia, reconozco que está bastante, bastante bien. Tanto, que diversos amigos de La Tercera Fundación tuvieron a bien comentar esta obrita en su imprescindible base de datos: aquí tienen el enlace para leer dichas opiniones.

miércoles, 30 de abril de 2014

Micro Reseña 87: "Las ratas están locas", de Curtis Garland


"Las ratas están locas" de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; Selección Terror nº181, Bruguera, Barcelona, agosto de 1976. Portada de Desilo).

Para esta curiosa novela, a caballo entre película de James Bond (pero sin James Bond) y novela de terror ratesco de James Herbert, el Maestro Juan Gallardo se marcó un comienzo con ecos de la maravillosa serie televisiva "El Prisionero" de Patrick McGoohan, con un villano, como decíamos, a lo Doctor No, y un fofo protagonista que no es otra cosa sino el consabido periodista intrépido/víctima que poco tiene de heróico y mucho de galán ñoño de segunda categoría.
La historia transcurre en el futuro (concretamente en el año 1988) y, al contrario que en las novelas de Johnny Garland, el mundo no ha devenido en un lugar perfecto, con naves voladoras que nos llevan a Marte cuando se nos antoja, sino que por una vez, se parece mucho a lo que fue el año 1988. Hay grupos terroristas absurdos que pululan por aquí y por allá, catástrofes naturales, etc... En este realista contexto, el periodista Alex Miller -un hacha en su oficio- recibe una exclusivísima invitación del premio Nobel Arístides Markiewicz para una reunión de gravísima importancia que tendrá lugar en la Nochevieja de 1988, en un refugio secreto de las Montañas Rocosas. Se prometen revelaciones que harán cambiar el curso de la historia.
Alex, por su puesto, tiene una novia (Crystal) que no podrá acompañarlo a la dichosa reunión secreta... La chica es tan maja que ni siquiera se enfada porque su hombre vaya a pasar el Año Nuevo en algún lugar desconocido y vete a saber con quién. Así da gusto.
El problema es que, cuando Alex regresa, trae consigo una secretaria macizorra salida de la nada -cosa que no le hace ninguna gracia a Crystal-, y a todo esto, el mundo está sufriendo una paulatina invasión de ratas inteligentes asesinas -pero no gigantes ni de Sumatra, mecachis-.
Y... bueno, pues eso es lo que hay si no queremos destripar la novela a los lectores.
Entretenida, sin demasiado terror y sin demasiado asquito, gore ni chicha sanguinolenta, a pesar de que la historia se prestaba sobremanera. En fin, un Garland siempre se deja leer bien.

Otra reseña de esta novelita en el blog The Jamaa Fanaka Experience.