lunes, 11 de septiembre de 2023

Micro Reseña 108: "Máscara para el crimen", de Curtis Garland

 

 


4 de abril de 2023

"Me estaba besando. Su cara, aun dañada, seguía siendo muy bonita. Su cuerpo era una delicia bajo mis manos. Y sus pechos, aun quemados por cigarrillos, seguían siendo firmes y deseables. No le respondí con palabras. No hacía falta. Ella no pedía palabras. Sólo hechos".

Un holocausto de incorrección política y justiciera, narrada por un protagonista (Lyman Kearney, presidiario fugado y carente por completo de escrúpulos) con el que las criadas se turnaban para practicar sexo... cuándo él tenía diez años. (Hay un relato escrito por “Johnnie Farragut”, detective privado, que trata exactamente este mismo tema: el de la criada que abusa de un menor. Farragut es un personaje recurrente creado por Barry Gifford, y aparece en las diversas novelas de la serie sobre Sailor y Lula. El relato que cito está incluido en Wild At Heart (1990), es decir, Corazón Salvaje o La historia de Sailor y Lula, que es la primera de esta imprescindible saga. Farragut tiene publicado otro cuento, un homenaje a The Twilight Zone, que también se encuentra en Wild At Heart. Johnnie es otro de nuestros queridos autores de la Biblioteca de Babel: un detective privado que es escritor de corazón).

El argumento: el preso a la fuga fue sentenciado por error, según él, acusado de asesinar a su esposa, y ha salido de la trena para ajustarles las cuentas a todos los hijos de perra que han conspirado contra él. Joder, cómo los odia. Y, joder, qué pena que hasta entonces hubiera sido un actor famoso de rostro perfectamente reconocible para todo el mundo.

En fin, volviendo a sus enemigos, los que mataron a su señora y lo mandaron al trullo: puede tratarse de su turgentísima cuñada, cuya afición por andar desnuda por su casa no está nada mal; de otras damas (igual de turgentes) que se dedican a la prostitución, la pornografía, etc.; de su exsocio en turbios negocios de la noche; del ex de su difunta mujer... Esto lo lleva por los más tortuosos caminos del crimen, y esto incluye una red de películas para pederastas (protagonizadas por niños y chicanos) y de filmaciones snuff, de las que se habla pero sin mencionar el palabro (y esto, en noviembre de 1984, once años antes de que Amenábar filmara la película Tesis). Pero nuestro hombre es un cabronazo DURO DE LA HOSTIA, que se saldrá con la suya sí o sí.

Juicio sumarísimo: salvo por el final precipitado (con fuegos artificiales y lo que haga falta), todo genial y divertidísimo. No sé qué tomó Juan Gallardo ese día, pero yo quiero probarlo.


 

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