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viernes, 23 de agosto de 2013

Micro Reseña 71: "La noche de los polimorfos", Johnny Garland


"La noche de los polimorfos", de Johnny Garland (Juan Gallardo Muñoz; Espacio: El Mundo Futuro nº306, Toray, 1963. Portada de Piles. Hay otra edición en Terror nº265, EASA-Andina, 1982. No sabemos de quién es la portada).

Si hasta ahora servidor de ustedes decía que la marca de fábrica o, si lo prefieren, el registro de Johnny Garland en la colección Espacio de Toray era el hibridaje entre serie negra y ciencia ficción, hoy tengo que cerrar el pico y señalar esta excepción (que quizá no lo sea: admito mi ignorancia y mi afición a las teorías improvisadas).
"La noche de los polimorfos" se abre con un aviso de la invasión que va a sufrir la Tierra en una sola noche, y comienza con un diálogo de besugos, de tono supuestamente humorístico, entre un humano que está pescando en el río y un polimorfo amabilísimo, simpatiquísimo, encantador (en realidad, a mí me ha parecido empalagoso y estúpido) que avisa al señor John Smith (sí, John Smith) de que durante el transcurso de una sola noche, los extraterrestres polimorfos sustituirán a millones de terrícolas e invadirán el planeta. Cosa que John Smith se toma con resignación cristiana, sin dramatismo alguno.
Esto, claro, nos lleva por enésima vez a "La invasión de los ladrones de cuerpos"... pero por desgracia, esta no es una nueva revisión de Juan Gallardo de la historia de Jack Finney, que el autor conoció no por la novela, sino por una revista inglesa donde se hablaba de la película; Garland hizo su propia versión de la historia en su primera incursión en el terreno de la ci-fi, "Invasores de la Tierra", número 71 de Espacio, Toray, 1957, novela que ni tenemos ni hemos leído. Pero no somos adivinos: ver el artículo de José Carlos Canalda que enlazamos. (Debemos añadir que las revisitaciones del clásico de Finney, o más bien de los diversos filmes relacionados con la película, son legión en el Planeta Bolsilibro: por aquí dejamos constancia de los acercamientos de Lem Ryan en "Peor que morir" o el de Alan Parker en "¡Pesadilla!", ambos pastiches muy meritorios. Algo de los ultracuerpos hay también en otras novelas de Garland que hemos micro reseñado por aquí, como "Capitán Átomo" y "Horror llovido del cielo").
Volviendo a nuestra novela, los derroteros que toma la historia, por desgracia, no son los de los horrores desencadenados por los polimórficos ultracuerpos, sino que "profundiza" (ejem) en la amistad entre Smith y Zirky, el polimorfo. (Sí, se llama Zirky. Es amable y simpático -ya lo habíamos dicho; Garland también- aunque piense absorber al humano). De hecho, se teletransportan al planeta de Zirky para comprobar que una invasión de plantas carnívoras y fango inteligente está destruyendo a la especie de Zirky, y ese es el motivo de que estos pobres bicho tengan que invadir la Tierra. Qué pena, penita, pena... Zirky y Smith se hacen tan amigotes que el humano le presenta a su novia, Lena (que no duda por un instante de la veracidad de la invasión y que, con lógica, no lleva bien la resignación cristiana de su chico).
Y bueno, de repente y sin venir al caso, empiezan a aparecer plantas de esas y fango mortal en la Tierra... así que ya no hay motivo para una invasión, ¿no? De modo que Smith piensa en la solución: ir con Zirky (y con la chica) hasta el planeta de los polimorfos y echar un vistazo al desastre aquel (acababan de volver de allí, pero en fin, viajar por el espacio mola) a ver si se les ocurre algo...
Y la cosa sigue, y sigue, y sigue, despropósito argumental tras despropósito argumental, justificaciones que son más bien excusas y, en fin, un festival de la improvisación que no da buenos resultados.


Terror nº265, EASA-Andinam, 1982.
Una novela extrañísima, disparatada (en el mal sentido) y, sinceramente, aburrida. No me sorprendería averiguar que el gran Juan Gallardo la escribió en "una noche polimórfica", de un tirón, y sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo. En algunos momentos (al principio), llegué a pensar que estaba leyendo una revisión de "Marciano, vete a casa" (1955), y quizá iban por ahí los tiros... pero no. Básicamente, "La noche de los polimorfos" es un tostón que, inexplicablemente, apareció reeditado en 1982 en la colección Terror de EASA-Andina, con una portada que sugiere acción a raudales y horrores sin cuento... menuda decepción para el lector.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Micro Reseña 69: "Los ojos de la serpiente", de Charles Mitchell


"Los ojos de la serpiente", de Charles Mitchell (Carlos Miguel Martínez; Servicio Secreto nº542, Bruguera, 1960. ¿Alguien sabe de quién es la portada? RESPUESTA: Antonio Bernal (gracias al lector Anónimo).  También en Selecciones Servicio Secreto nº32, Bruguera, mayo de 1963 (que es la edición que tenemos nosotros). De nuevo, ¿alguien nos ayuda con la identidad del portadista, por favor? De nuevo, la Respuesta es Antonio Bernal, por cortesía del lector Anónimo).



Jerry Logan descubre que una rubia estupenda lo está siguiendo. Y al día siguiente también. Y al otro. Así que Jerry, que es detective privado, la aborda y descubre que ella no quiere contraer matrimonio con él, sino que es la mujer del juez O'Brennan, cliente del señor Kennedy (el jefe de Jerry). Se trata de un asuntillo relacionado con un valioso y antiguo collar de la familia O'Brennan, un collar que oficialmente se ha extraviado... pero la verdad es que la señorina Myrna O'Brennan tiene un pasado "interesante", y alguien le está haciendo chantaje...
Todo esto se la traería floja al amigo Jerry Logan si no fuera porque, cuando regresa a la oficina, se encuentra con que a su jefe y mentor, el señor Kennedy, le han metido una bala en los sesos, en su propio despacho.
¿Tendrá este asesinato algo que ver con el asunto del collar? No lo sabemos, pero Jerry está dispuesto a recibir palizas y a acostarse con su nueva secretaria (o con la primera corista que se le ponga a tiro) con tal de vengar a su jefe...

Esta es otra brillante novela de Charles Mitchell (el fotógrafo Carlos Miguel Martínez), con auténtico sabor noir, que merecería estar reeditada junto con el resto de su escasa producción (diez novelas en la colección Servicio Secreto y una en la colección de aventuras Congo). Mitchell suena auténtico (del modo en que Ross Macdonald sonaba auténtico), sus ambientaciones son impecables (me encantan sus detalles, sus chistes), y sus cuidados personajes no siguen un guión o un patrón maniqueo, sino que tienen su propio lenguaje, sus propios giros... y todo eso, en 120 páginas de las pequeñitas. (Me quedo muy corto. Pero esto es una micro reseña).
Muy, muy bueno este autor. ¡Qué difícil es conseguir sus obras, pardiez!

ÍTEM MÁS: Como un Anónimo Lector ha tenido a bien orientarnos acerca del autor de LAS DOS cubiertas para esta novela de C. Mitchell, nos vemos en la nada triste obligación de redirigirles a ustedes a un blog dedicado a la obra de este artista excepcional. Les recomendamos, primero, este post que enlazamos sobre el trabajo de Bernal para las cubiertas de Bruguera de "Hora T", la serie dedicada a los increíbles personajes de la británica editorial IPC Comics: ¡SOY FAN ABSOLUTO DE ESAS CUBIERTAS!

http://antoniobernalromero.blogspot.com.es/2013/07/hora-t.html



miércoles, 31 de julio de 2013

Micro Reseña 61: "Ellos, los muertos", Charles Mitchell



"Ellos, los muertos", de Charles Mitchell (Carlos Miguel Martínez, Servicio Secreto nº219, Bruguera, hacia 1954; portada de Jaume Provensal Baus -gracias a Antonio Guerrero González por esta información-. También en Selecciones Servicio Secreto nº18, Bruguera, enero de 1963. El amigo Antonio Guerrero sugiere que es de Desilo).

Me ha sorprendido muy gratamente, al tiempo que me ha impresionado, esta vieja novela de serie negra (negrísima) de Bruguera. Se trata de un policial escrito y publicado hacia 1954, y debo decir que está a la altura, si no de Hammett y Chandler, al menos sí de algunos contemporáneos americanos e ingleses de los anteriores, como James Hadley Chase, Ross MacDonald o Gil Brewer.
"Ellos, lo muertos" se abre con el siguiente párrafo:

"Max Corrigan, físicamente, nunca fue un sujeto agraciado, pero el día que lo extrajeron flotando del Hudson con la carne podrida y agujereada a balazos, ni aun su propia madre hubiera sido capaz de reconocerlo. Aplastado contra el grasiento pavimento portuario de Jersey City como una medusa gigante, el cuerpo formaba a su alrededor un pequeño charco de agua y lodo. Uno de los policías, inclinado sobre el cadáver, se entretuvo en librarle las muñecas sujetas a la espalda con alambres. Luego le dio media vuelta, incorporándose rápidamente con la mano puesta sobre la nariz".

Esto, escrito en España por un español en 1954, me deja de piedra. Por la violencia implícita y explícita, por la crudeza (que se aproxima al gore) de la descripción, por el exquisito gusto de exponer no sólo los aspectos visuales, sino también olfativos del cuerpo encontrado en las aguas del Hudson.
Y esto no es más que el comienzo de la odisea del agente de policía y veterano de la II Guerra Mundial Theodoro W. Martin, un nada amable (y sí muy realista) tipo duro que anda por ahí abofeteando damiselas sospechosas y corredores de apuestas, y que decide vengar la muerte de su amigo Corrigan (otro veterano, además de pintor reconocido -y manco, tras la guerra-, que se metió en asuntos turbios).
Es éste un relato brillante que, repito, podría haber aparecido en la famosa colección de Serie Negra de Bruguera Libro Amigo y habría colado como una obra publicada originalmente en un Black Mask o en alguna otra publicación pulp norteamericana.
Mitchell, además, hace gala de un conocimiento wikipédico del gangsterismo, el argot y la geografía neoyorquina que me ha hecho pensar si Carlos Miguel Martínez no vivió durante un tiempo en Manhattan, y si no fue así, me gustaría mucho saber de dónde diablos sacó toda esa información en una época en que Internet no era ni tan siquiera una entelequia.
Pienso buscar la decena de novelas que este autor publicó en Bruguera, leerlas y reseñarlas y, ya puestos, reivindicar el trabajo de este brillante fotógrafo (en este blog encontrarán ustedes información sobre su vida y obras) que durante un tiempo fue escritor de novelas de a duro.
Si encuentran un Mitchell en un mercadillo, por favor, ¡no se lo piensen! Adquiéranlo. Léanlo. Y pregúntense por qué no existen ediciones modernas de estas obras fundamentales.