viernes, 16 de agosto de 2013

Micro Reseña 67: "La muerte en bikini", de Peter Debry



"La muerte en bikini", de Peter Debry (Pedro Víctor Debrigode; Servicio Secreto nº359, junio de 1957. Portada de Jaume Provensal).

Qué gusto, amigos, ¡qué gustazo!
Es un placer leer al creador de "El Pirata Negro" (Debrigode lo firmó como Arnaldo Visconti) en una excelente novela de serie negra cincuentera que, aunque suene a topicazo (pero es que es verdad), nada tiene que envidiar a los autores que por aquellas fechas escribían en los Estados Unidos.
Me sorprende (aunque quizá no debería) el nivel de los autores españoles que escribían serie negra en los años 50, que poco tienen que envidiar a Ross MacDonald o al británico James Hadley Chase. Sí, son palabras mayores. Y ciertas.

"La muerte en bikini" es una novela de tono y de ambiente: tono socarrón y chulesco, y ambiente piscinero/desértico (con sheriff y ayudante del sheriff). El protagonista, Cliff Duncan, es un socorrista de playa al que llaman desde una agencia de detectives (donde trabaja el hermano de Cliff) para hacer un trabajito de machaca: acompañar a una beldad rubia a una pequeña fiesta social, privada, en mitad del desierto. La chica en cuestión sospecha que algo raro pasa con su amiga Julia, que lleva dos años sin salir de su rancho... y no es que alguien la tenga prisionera y encadenada, sino que a Julia no le da la gana dejarse ver. Pero a la señorita Evelyn Parks le parece raro. No tanto, claro, para que el jefe de la agencia envíe a un detective de verdad.
La fiesta de fin de semana se alarga, claro, cuando muere el dueño del rancho: un agente de seguros que aparece muerto en su piscina, con un dólar de plata (propiedad del bueno de Cliff) en la mano. A todo esto, los invitados a la fiesta no eran precisamente amigos del difunto, sino un puñado de desaprensivos a los que, por diversos motivos, el muerto chatajeaba: tenemos a una siniestra pareja de señores de cierta edad, a un dudoso médico, y a una pelirroja actriz de cine venida a más pero que, sin embargo, está allí perdida de la mano de Dios.
Y claro: para el sheriff Jenkins, Cliff no es mal sospechoso.

Aunque parezca que estamos ante un argumento a lo Agatha Christie, garantizo a los lectores que no van por ahí los tiros... o al menos, como decía, el tono y el ambiente son otros muy distintos.
Brillante, el señor Debrigode, y bastante bestia cuando quiere. Me he enganchado al Peter Deby más negro, que debería estar editado y reeditado para deleite de propios y extraños. ¡Qué bueno, amigos!´
(Y cómo me gustan las portadas de Jaume Provensal... ¡las quiero todas!)

Otra reseña de "La muerte en bikini", en la página "Peter Debry, padre de la novela negra".

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