miércoles, 18 de octubre de 2023

Micro Reseña 113: La muerte ríe de noche (Punto Rojo nº950), de Curtis Garland


 

16 de septiembre de 2023

Me he zampado esta novelita en dos o tres sentadas, en el margen de 24 horas, lo cual es bueno. Lo que no es tan bueno es que no resista la comparación con La muerte que ríe (1985), del mismo autor y casi homónima. Es el problema de haber escrito casi 2.000 novelas: que las mejores se comen a las otras. O quizá eso no sea un problema, sino todo lo contrario.

El escritor neoyorquino Barry Scoffield, experto en misterios detectivescos literarios y continuador de Conan Doyle, Agatha Christie, Earl Derr Biggers y otros muchos, descubre en La muerte ríe de noche que, al contrario de lo que pensaba, los crímenes reales pueden ser tan absurdos, retorcidos, enmarañados e irresolubles como los de sus existosas ficciones. (Scoffield, por supuesto, pasa a engrosar la plantilla de nuestra Biblioteca de Babel, aunque no conocemos el título de ninguna de sus obras, ni siquiera de las más famosas).

Una noche, durante la cual el escritor y su bellísima y riquísima (en todos los sentidos) esposa están discutiendo civilizadamente los términos de su separación (por puro desamor o desapego), suena el timbre de la puerta. Scoffield va a abrir y se encuentra con el teniente Morgan Fry del Departamento de Homicidios de New York. Está allí porque una llamada anónima ha avisado del asesinato de la señora Scoffield. Barry se echa a reír, deja entrar al sabueso y procede a mostrarle a su ilesa mujer. Sin éxito, pues Sheila Scoffield se halla veinticinco pisos abajo, en mitad del asfalto, convertida en papilla. O ha saltado, o se ha caído, o la han empujado por encima de la baranda de la terraza.

El misterio está servido, y el hecho de que al mismo tiempo, en el piso inferior, se estuviera celebrando una fiesta de disfraces a la que había asistido un desconocido ataviado con máscara y traje de Jolly Joker, el comodín de la baraja francesa, lo complica todo. Cualquier solución lógica al misterio, más allá de que Barry haya matado a su mujer para heredar su fortuna, resulta mucho más increíble, improbable, que la de la más floja de las novelas de Scoffield.

Lo que el lector no puede saber, claro está, es que la verdadera solución, la real, es todavía más inverosímil. Y ahí está el gran Curtis Garland para hacernos tragar lo intragable, sin darnos ni tan siquiera un vasito de agua o un poco de respiro para que nos hagamos a la idea de que esta historia va a ser un auténtico disparate. Cosa que, por otro lado, importa poco, pues nos ha llevado a través de 96 páginas en las que el protagonista y narrador resulta ser un detective amateur incompetente, y el único Sherlock Holmes (en palabras de Scoffield) de la historia es la joven, guapa, atractiva, inteligente, intrépida, hábil, dispuesta y apasionada vecinita de Barry, Vivian, que ha leído todas las novelas del autor y permiso para salir de casa a altas horas de la noche.

Muy entretenida novela de Juan Gallardo Muñoz, con una impresionante portada de Jorge Sampere, en la que collagea con una carta del tradicional comodín. Se publicó en julio de 1980.

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