El gran Juan Gallardo no sólo se atrevió a pastichear, como buen mitógrafo creativo, con clásicos del terror como Drácula, Frankenstein o el Hombre Invisible de Wells, sino también con uno de los supervillanos por excelencia de la Historia de la Literatura.
En "El cerebro del dragón" (que cuenta con un prólogo verdaderamente antológico), el bueno de Garland se marcó una suerte de "Fu Manchú Dark Knight" que transcurría en la década de 1970, y que contaba, cómo no, con la presencia de Sir Dennis Nayland-Smith... así como con unos heróicos (ejem) agentes de la C.I.A. que pensaban, en su ignorancia, que le habían dado para el pelo al Señor de las Muertes Extrañas, con una de las hijas de Fu Manchú y por supuesto, con un hijo de Fu Manchú que salió rana (esto es, uno de los buenos).
Este hijo de Fu Manchú se parece sospechosamente al Sang-Chi de Marvel Comics (conocimientos cuasi sobrenaturales de artes marciales incluidos), y a lo largo de la novela se dedica a machacar daoits, esto es, zombies fumanchuescos.
Y a todo esto, ¿de qué va la historia? Pues básicamente diremos que responde a la pregunta: "¿Qué fue del cerebro del doctor Fu Manchú después de que su cuerpo fuera incinerado?"
Bien, pues para averiguarlo, tienen que leer ustedes "El cerebro del dragón".
(Muy recomendable para aficionados al Doctor Diabólico y al peligro amarillo. Y también para los lectores de pulp en general...)
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