El narrador, el doctor John F. Weston, relata cómo el barón de Kronstedt, un noble transilvano, visita al detective londinense Shelby Hakes
en 1879 para contratar sus servicios. El problema: se ha extraviado un envío
procedente de Suiza, concretamente un cajón de notables dimensiones que
contiene una reciente adquisición del barón.
Hakes se pone manos a la obra y, tras un par de rápidas
deducciones y de encuentros con mozas turgentes (cantos de sirena a los que el
detective hace caso omiso, no como el bueno del doctor Weston), da con el
dichoso cajón que contiene nada menos que el cuerpo de una monstruosa mujer
conformada con cadáveres de otras damas. (El envío, obviamente, estaba remitido
por un tal barón Frankenstein).
A todo esto, Hakes y Weston pierden el cajón tras una
cruenta pelea a balazos (de plata) con un hombre lobo, una criatura invisible,
y un grupo de zombis recién salidos de alguna morgue. Weston tiene muy claro
que Kronstedt no es trigo limpio, pero Shelby Hakes sabe la verdad, y es que
esos monstruos en realidad trabajan para un adversario del caballero carpatiano,
en concreto un monje ruso que responde al nombre de... Rasputín.
El ejemplar del amigo Efrén Comín (junto con otras novelas de a duro y los planos originales del submarino Bruce-Partington), adquirido durante la II Tertulia Sherlockiana de Madrid. 13 de julio de 2013. |
Para acabar con esta ensalada de monstruos, el astuto Hakes
recurre a la colaboración de un amiguete suyo, el señor Roger Hastings (y su fiel ayudante hindú, Rahma), que es un especialista en asuntos sobrenaturales,
y también recoge por el camino al pistolero texano Drury Reno, que andaba por
Londres como parte de un espectáculo del Far West. Y así, tenemos un
precipitadísimo confrontamiento final (dos páginas y todo arreglado, amigos) de
las tres partes en una mansión de Whitby, con el barón de Kronstedt (cuyo
verdadero nombre es el de conde Drácula; revelación nada sorpresiva) haciéndose
con un ejemplar de un grimorio llamado “El Negro Libro del Horror” y que le
permitiría invocar a un buen puñado de demonios, el monje Rasputín y sus
monstruitos repartiendo dentelladas y candela (ruedan cabezas, desaparecen
brazos y piernas), y el súper grupo de Hakes armado hasta los dientes con
estacas de madera, cruces, más balas de plata (ahora rociadas con agua bendita,
por si las moscas), y algunos adminículos anti-zombi patentados por Roger
Hastings.
¡Ah! Y al final, el doctor Weston se casa con una de las
diversas damas de pechos generosos que aparecen en la narración. (No con la
chica remendada de Frankenstein).
Este delirio maravilloso hace referencia a un buen puñado
de novelitas curtisianas (como "El fantasma de Baker Street", que reseñaremos aquí oportunamente), y en él presenciamos un intrincado juego metaliterario, pues Curtis en persona nos asegura que está traduciendo una novela escrita por
el norteamericano Shylo Harding, autor de novelas baratas...
En resumen, una novelita que
no existió y que, sin embargo, podría y debería existir.
Muy, muy, muy divertido, y tan difícil de conseguir, o
quizás más, que el poco conocido “Necrolatría” de O. Marshall (Selección Terror
nº535, Bruguera, 1983).
"Monstruos de Baker Street" alcanza precios astronómicos entre los coleccionistas de bolsilibros.
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Querido amigo; parte de Necrolatría apareció en la revista Delirio: http://literfan.cyberdark.net/2010/Delirio7.htm.
ResponderEliminarFelicidades por el blog, que sigo con absoluta pasión.
Un abrazo
Muchísimas gracias, Sicofante; conozco la publicación, pero se me olvidó apuntarla en el post...
ResponderEliminarAbrazos,
Alberto López Aroca
Felicidades Alberto por el blog tan revelador.
ResponderEliminar¿se sabe si hay versión digital de dicha joya?
Saludos
No, no hay versión digital. Ni creo que la haya en mucho tiempo. Lo que no podemos descartar es que, antes o después, se edite en papel, pues es lo que merece. Con una nueva portada.
Eliminar¡Un fuerte abrazo!
Alberto
Pues venga... a tirar de apuntes y locura creativa y a escribir.
EliminarSaludos
¿Una obra maestra desconocida? Bucear en el inmenso catálogo de los bolsilibros depara a veces muchas sorpresas. Tengo que decir que el primer bolsilibro que leí fue una novela del oeste de Donald Curtis o Curtis Garland (tanto monta) y me sorprendió la calidad del texto, aunque el autor estropeaba el resultado terminando la novela de manera precipitada en dos páginas. Imposición de la editorial y del número de páginas. Sin duda hay que seguir revisando la obra de Juan Gallardo y otros autores.
ResponderEliminarMuchas, muchísimas novelas terminaban de forma precipitada, y Curtis no era una excepción.
EliminarY sí, hay que seguir buceando en el polvo de las librerías de viejo y ponerse el sombrero y el látigo para desenterrar fósiles bolsilibrescos...
Vaya apropiación: ese dibujo de tapa fue hecho por el gran Gahan Wilson para la cubierta de "A Night in the Lonesome October" una novela de Roger Zelazny (otro gigante). ¿Consigna eso en los legales del libro?
ResponderEliminarSiempre atractivos sus artículos, don Alberto, gracias por ellos.
Disculpe, señor Anónimo, pero la ilustración de portada fusilada en este bolsilibro homenajístico no es del gran Gahan Wilson, sino del gran James Warhola. Wilson realizó las 32 ilustraciones interiores (y una en la contra) para "A Night In The Lonesome October".
EliminarUn abrazo,
A.
Gracias, don Alberto, por la aclaración. El libro en cuestión siempre estuvo entre mis deseos irrealizables, que, como suele suceder, sólo conocemos por fotos. Queda claro, entonces, que el fusilado fue otro (¡y qué otro!), pero que hubo fusilamiento, lo hubo.
EliminarMuy amable en haber contestado.
Vivaldo M.
"Monstruos en Baker Street", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; Selección Terror, número especial de 196 páginas fuera de colección, Bruguera, marzo de 1976).
ResponderEliminarUna aclaración:
En primer lugar no tiene 196 pag's como se dice arriba. Solo hay que comparar el grosor con la de selección terror extra de la misma editorial que esta al lado en la foto. O eso o el papel es más fino que el de fumar. Saludos