lunes, 10 de junio de 2024

Micro reseña 125: Ojos color de jade (Punto Rojo nº1121, 1983), de Curtis Garland

1983, ilustración original de Sampere.

30 de mayo de 2024

Vanity Lane, una rubia explosiva, es capaz de atormentar a un asesino pervertido durante cuatro páginas de febril striptease y luego molerlo a golpes de karate y, por último, rematarlo de un tiro. Esta es la contundente presentación del personaje en las primeras páginas de Ojos color de jade (colección Punto Rojo nº1121, octubre de 1983) de Curtis Garland, en lo que promete va a ser el típico bolsilibro ochentero atípico. Típico, porque estamos en la Era de Charles Bronson, y los justicieros del corte de Harry el Sucio están omnipresentes en las novelas de a duro de la época. Atípico, porque el detective de gatillo fácil es una hembra alfa, debidamente educada y entrenada por su señor padre, el veterano detective privado de San Francisco, Desmond Lane, al que acaban de asesinar en el curso de una investigación.

El caso que llevaba Lane Sr. era la búsqueda del rebelde hijo homosexual de un millonario. Y la muerte del detective, puede o no tener con ese asunto.

En cualquier caso, Vanity Lane no se toma demasiado bien la muerte violenta de su padre y, a pesar de los reiterados avisos del teniente Kingsby de la Policía de San Francisco, la detective va a meterse en el ambiente gay de la ciudad y en los rincones más sórdidos de Chinatown, en donde más allá de los travestis de pechos falsos y sus proxenetas, las pechugonas punkies de corazón de oro, o las peligrosas bandas de moteros vestidos de cuero que se consideran tan hombres que son exclusivamente homosexuales (más machos que el más macho, como aquel tan chulo que se cortó la polla porque le tocaba los cojones), existen individuos poderosos (políticos, por ejemplo) que están metidos en la industria legal de la pornografía, y en la industria ilegal de la pornografía infantil. Siempre, claro, desde el estrado de los discursos sobre moralidad y tradición.

 

Bajos fondos (Flood, 1985), primera novela de la serie del detective Burke, creado por AndrewVachss.


Bonito argumento que no habría desagradado al difunto escritor Andrew Vachss (esta novela de Curtis es anterior a la excelente Bajos Fondos (Flood), que se publicó en 1985), en el que Garland desliza algunas "perlas de sabiduría" de la época por medio del chino Lin-Ho, "con gesto apacible en su cara de viejo pergamino amarillo". Lin-Ho, un simple secundario en la trama, es propietario de una tienda de antigüedades en el barrio Chino; lo cual nos lleva a pensar en el misterioso Tao Wang, que se dedicaba exactamente a lo mismo, en el mismo barrio de la misma ciudad (en la calle Dupont, por más señas), y que hubo de abandonar su negocio en la década de 1970, tal y como se recoge en Museo del Espacio (1962) de Johnny Garland. Del anticuario Tao Wang también dimos alguna noticia en la novela Los papeles póstumos (apocrypha deliramenta), obra de Juan Carlos Monroy y del que esto firma. Personalmente, tengo pocas dudas de que Lin-Ho fue el sucesor de Tao Wang, y que estamos hablando del mismo local, con distinto dueño.

 



Con respecto al asunto que lleva a Vanity Lane a visitar a Lin-Ho, este último afirma, con su proverbial prudencia oriental: "La ley de los hombres es incierta y ambigua a veces. Hay cosas legalizadas y en cambio otras son delito, cuando tanto se parecen entre sí. Tal vez unas sean siempre culpa de la permisividad de las otras". Es una postura más o menos reaccionaria, la de Lin-Ho, pues está hablando de los diversos tipos de pornografía que se producen en San Francisco. Pero el caso es que da en qué pensar.

Para completar el retablo, tenemos un villano con apodo, "Dorian", en honor al ambiguo Dorian Gray de Oscar Wilde, y al que se relaciona también con Jekyll y Hyde. Dorian es un especie de Kingpin de la comunidad homosexual (amén de tratante de niñas blancas para rodajes pornográficos ilegales), súper proxeneta, extorsionador, que se mantiene entre las sombras por mucho que luzca trajes de colores, como si fuera un malo de Batman.

En conclusión, Ojos color de jade es una divertida lectura garlandiana, oscura y poco o nada juguetona, con esa poderosa protagonista femenina que es la muy recuperable Vanity Lane.

Y para finalizar, queremos plantearnos un par de preguntas. El psicópata al que Lane ajusticia en las primera páginas responde al falso nombre de "John Lassiter", que se parece mucho al pseudónimo de "Jeff Lassiter", utilizado por el escritor Jesús Navarro Carrión en sus westerns y en sus escasas novelas de terror. Una de estas últimas es Los ojos de jade (Rollán, colección Terror nº23, 1973; reeditada en EASA-Andina en 1981). ¿Coincidencia? Muy posiblemente, pues Juan Gallardo era muy afecto a usar en sus títulos ese color de ojos: Clave: Ojos verdes (Punto Rojo nº42; 1963); La muerte tiene los ojos verdes (Agente Federal nº74; 1957); Verdes ojos de muerte (Búfalo Serie Roja nº1094; 1974); Operación Ojos Verdes (Carro Blindado nº3; 1960)...

 

La novela de Jeff Lassiter, en reedición de EASA-Andina. La ilustración de cubierta es la misma que en la edición de 1973.

También, parece procedente hacer una investigación, en clave de mitología creativa, sobre las novelitas policíacas de Juan Gallardo Muñoz que transcurran en la ciudad de San Francisco, y cuenten con un detective privado en cuyo despacho haya un calendario que "mostraba a un pin-up de los años cincuenta, exhibiendo pícaramente sus piernas y el nacimiento de sus abundantes senos. Entonces pudo resultar frívolo y atrevido. Ahora podía decorar la pared de un colegio de primera enseñanza, sin impresionar a nadie. Pero era el primer calendario que su padre colgó de su vieja y querida oficina, cuando la abrió en aquellos tiempos. Y allí había permanecido desde entonces". Con suerte, el detective responderá al nombre de Desmond Lane. El Curtisverso es tan, tan grande, que lo realmente difícil será no localizar a nuestro hombre.



1 de junio de 2024

No ha habido que buscar mucho para encontrar candidato: en la novela de Donald Curtis titulada ¡Bésame, muerte!, publicada hasta en cuatro ocasiones (la primera de ellas en Bruguera, colección Servicio Secreto nº392, febrero de 1958), tenemos como protagonista al boxeador Shelby Lane metido en una trama criminal que lo lleva a San Francisco, donde conocerá el amor, se comprometerá con una mujer, y renunciará al boxeo por una profesión "más duradera y fiel". Si hubiéramos de apostar nuestro dinero, diríamos que Desmond Shelby Lane consiguió su licencia de detective privado y montó su oficina con el calendario de la pin-up descrita más arriba; Desmond eliminó su segundo nombre de la placa, para evitar que lo relacionaran con su turbio pasado en el ring. Y, la verdad, no es de extrañar que un ex boxeador fuera capaz de entrenar a su hija en los pormenores de la lucha cuerpo a cuerpo...

 

La portada, donde conoceremos la primera aventura del padre de Vanity Lane, Desmond Shelby Lane (1958). Hay tres ediciones más.


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