9 de septiembre de 2023
Patrulla 22 (Punto Rojo nº491, septiembre de 1971), de Curtis Garland.
He
leído esta novelita de Juan Gallardo Muñoz para tomar un respiro de la
inmensidad de “Whirlwind” de James Clavell, que son unas 1.400 páginas
en inglés (o más bien, en diversos ingleses… el que haya leído a Clavell
sin traducir, sabrá a lo que me refiero) sobre los primeros días de la
revolución de Jomeini en Irán, allá por febrero de 1979.
Y he elegido “Patrulla 22” porque es un título que, desde que lo conozco, me evocaba Hill Street Blues. Y por lo tanto, a Ed McBain y su serie del Precinto/Comisaría/Distrito 87.
No me he equivocado. No del todo.
Pienso
que “Patrulla 22” está inspirada en las lecturas que Curtis debió hacer
de McBain, en esos casos truculentos, viscerales, realistas casos del
detective Steve Carella y la extensa plantilla de la comisaría. No
obstante, esta novela corta no es un “procedural”, sino más bien un
“anti-procedural”. Lo que aquí hizo Juan Gallardo fue usar todos los
tópicos de ese subgénero de la novela policíaca para subvertirlos, y
convertir el relato del devenir de dos patrulleros de a pie en un
“whudonnit”. Así, el argumento es el siguiente: el coche 22 de la
Patrulla Volante de Manhattan ha volado por los aires con sus dos
patrulleros. Es un atentado en toda regla, y la policía no termina de
encontrar motivo o sospechoso alguno. Otros dos patrulleros (un veterano
y un activísimo y brillante jovenzuelo) toman el relevo de la nueva
Patrulla 22. La sospecha es que es asesinato de sus compañeros tenía que
estar relacionado con algunos de los casos en que habían trabajado
recientemente. Pero estos patrulleros no se pueden meter en el caso del
secuestro de un niño, pues es cosa del FBI; y el problema del
Murciélago, el ladrón incendiario, se ha convertido en cosa de la
Brigada de Homicidios. Y el tercer caso, el de la Voz, que realiza
llamadas obscenas, también está sobrepasando el límite de las amenazas a
los hechos. Pero, claro está, eso no va a detener a la Patrulla 22, que
tendrá que saltarse las reglas y puentear al capitán de la comisaría,
al FBI, a los detectives de homicidios, para investigar por su cuenta…
durante sus horas libres. (En ese sentido, el argumento se parece mucho a
la segunda novela del Precinto 87, The Mugger, de 1956, que en España fue "El atracador").
Muy
divertida vuelta de tuerca, como he dicho, a McBain. Confieso que no he
encontrado otras novelas de Curtis protagonizadas por los muchachos del
escalafón más bajo de la policía, los que van a pie… o en coche
patrulla: casi siempre tenemos detectives privados, o bien de
Homicidios, Narcóticos, etc., o bien, investigadores amateurs como
periodistas, escritores o el tipo que pasaba por allí en el momento
equivocado. Esto hace de Patrulla 22 una novela distinta. Satisfactoria y devorable en una o dos sentadas.
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