Siglo XXX: un hombre muere desintegrado a la puerta de la casa de la hija de su mejor amigo. Sus últimas palabras: Algo sobre el "W.K.I.", "hombres con ojos de oro" y "un cráneo negro". Como el cuerpo se convierte en nada, la chica no da parte a la policía, sino a su novio, que es un comercial agresivo y efectivo que sólo piensa en la pasta, y que en esos momentos se encuentra en Saturno cerrando un trato muy ventajoso para su empresa. A este caballero, que se llama Erik Lentz, eso de que un tipo se haya muerto delante de su novia le trae al fresco, pues él va a lo que va: la pasta. No obstante, cuando unas misteriosas "Escuadras Negras" se cargan al benévolo gobernante de las colonias saturninas y ponen en su lugar a un militar de ojos dorados, empieza a mosquearse... Y más todavía cuando, en su viaje a Júpiter para continuar con sus negociazos interplanetarios, sucede tres cuartos de lo mismo allí... Y a todo esto ¿quiénes son los sectarios que andan por todos los planetas predicando una nueva Religión Única y Verdadera? ¿Por qué cada vez que Erik visita un planeta, se monta allí la de Dios? ¿No va a poder hacer chanchullos tranquilo? ¡Tachán, tachán...!
Una brillante y muy, muy, muy sugerente portada de Salvador Fabá, junto con un prometedor prólogo del maestro Garland ("Esto es algo que quizá nunca llegue a suceder, por mucho que los tiempos y los planetas evolucionen. Ojalá sea así. Resulta improbable que tan demencial posibilidad se llegue a producir", nos dice Juan Gallardo), nos llevan a una novela muy flojita (por no decir mediocre) que no da lo que promete -una coalición universal de Amigos E Imitadores de Galactus-, sino un decepcionante misterio que transcurre en el siglo XXX, en diversos planetas colonizados por humanos en nuestro sistema solar, con una simplista trama de revoluciones internas sin demasiado fuste: si la idea era trabajar sobre la hipótesis de "una mafia-sindicato del crimen capaz de asesinar planetas enteros por encargo" (un planteamiento original, en mi opinión: ¿un Galactus a sueldo? ¡Me encanta!), todo se reduce a una organización villanesca que, en el mejor de los casos, Doc Savage habría podido cepillarse con un brazo atado a la espalda.
Vicente Segrelles le dedicó una segunda cubierta a esta novelita en la colección Ciencia Ficción de Astri, pero no hemos conseguido mejor calidad de imagen. (Y malditas sean las marcas de agua... ¿por qué narices las ponéis sobre imágenes que no son vuestras? Me parece de mal gusto, la verdad).
Ciencia Ficción nº17, Astri, 1987. Portada de Vicente Segrelles. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes algún problema para comentar, escríbeme al mail sabadonegroalbacete@gmail.com. Soy Alberto López Aroca
(Y si quieres comprar mis libros, están a la venta aquí: http://albertolopezaroca.blogspot.com.es/